El rebusque: historia de una familia desplazada en Villavicencio
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El rebusque: historia de una familia desplazada en Villavicencio

Disnei Aya, esposa de Edilberto, afirma estar agradecida con la creatividad y el compromiso que su esposo tiene con estas artesanías y el arte de tejer, emprendimiento que ha logrado sacar adelante su familia.

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Foto Cortesía

Edilberto Roa Romero es un adulto mayor de 63 años de edad, quien junto a su familia llegó a la ciudad de Villavicencio en busca de una mejor calidad de vida luego de perderlo todo por culpa de la violencia de grupos armados en el municipio de El Castillo, Meta.

Todos se vieron forzados a dejar su hogar al padecer la quema de su finca y diferentes cultivos que eran su sustento monetario, situación que vulneró por completo sus derechos humanos.

La necesidad de sobrevivir en una ciudad nueva obligó a Roa a convertirse en un vendedor puerta a puerta de productos de cocina, sin embargo, este trabajo no le brindaba la solidez económica que él necesitaba en el momento para mantener a su familia.

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Como una posible alternativa laboral, Edilberto visitó una fábrica de muebles donde observó el trabajo y el proceso que lleva la fabricación de sillas y muebles, gracias a esto, aprendió lo básico y sin miedo decidió conocer y educarse más en este arte.

@Foto cortesía

Sin tener mayor idea sobre tejer y tapizar, este emprendedor empezó a salir a las calles a ofrecer sus servicios de arreglos y elaboración de sillas, muebles, armarios, tocadores, entre otros.

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Mediante el arreglo, lavado, pintura, tapizado y creación de diversos modelos de mueblería para el hogar, el trabajo poco a poco empezó a producir para los gastos diarios y cubrir las necesidades que van surgiendo en la familia.

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Todos los días este emprendedor sale a vender en las calles sus productos, mismos que le permitieron construir su propia casa, y aunque las ventas son impredecibles y muchas veces la situación ha sido dura, Roa asegura que es bueno hacer feliz a la gente con su trabajo.

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“No cambio esto por ningún otro trabajo, así sea pesado algo se hace, Dios no nos abandona”, menciona Edilberto.

@ViveElMeta

Se trabaja sobre el diseño de las personas y el cobro de cada arreglo varía dependiendo del trabajo que lleve, dado esto, la inversión es de aproximadamente $15.000 y deja una ganancia de $50.000; los materiales con los que se elaboran las sillas son bambú, mimbre y plástico, debido a la calidad y garantía que se le brinda al cliente.

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La entrega del producto se demora 2 horas si es solo en temas de tejido y pintura, mientras que si toca soldar su estructura se tarda entre 2 a 3 días.

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Disnei Aya, esposa de Edilberto, afirma estar agradecida con la creatividad y el compromiso que su esposo tiene con estas artesanías y el arte de tejer, el cual les permitió sacar adelante a sus 2 hijos mayores, y ahora a Linda, su hija menor.

“Nuestro sueño a futuro es poder montar una fábrica y poder exhibir diferentes sillas y sillones, aunque en este tiempo esté dura la venta, sé que en algún momento lo lograremos”, dijo Disnei.

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Ya son 30 años los que lleva Romero laborando con tejidos y tapizados, de esto ha sobrevivido él, su esposa, su hija y ahora su suegro y cuñado, quienes actualmente viven con ellos, en consecuencia de la crisis económica que dejó la pandemia del covid-19, y aunque hay días en los que no logra vender ni una sola silla, se siente agradecido por tener un empleo que hasta el momento no lo ha hecho pasar hambre.

Las personas interesadas en amoblar sus casas y contribuir a este emprendimiento se pueden comunicar al 3124812471

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