¿Es autosuficiente el Meta frente a emergencias y conmoción por orden público?
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- Publicado en Sep 20, 2024
- Opinión
La región de la Orinoquía ha demostrado ser resiliente ante emergencias, conmociones y situaciones de protesta. A pesar de las pérdidas sufridas, se recupera y proyecta hacia el futuro, buscando la autosuficiencia y la competitividad.
El paro de transportadores a principios de septiembre afectó significativamente la economía regional, generando pérdidas estimadas en alrededor de 60.000 millones de pesos. El aumento en el precio del ACPM, que pasó de 1.904 pesos a más de 11.364 pesos en pocos meses, exacerbó la situación. Antes de las protestas, se proyectaba una inflación anualizada cercana al 5,5% debido a los incrementos en otros gastos. Con el acuerdo alcanzado entre el gobierno y los transportadores, el precio del galón se estabilizó en 10.200 pesos, con un aumento adicional de 400 pesos previsto para diciembre. Aunque la situación parece haberse calmado, la tensión sigue latente, especialmente considerando las emergencias que se presentan en la principal vía que conecta a Villavicencio con Bogotá.
A lo largo de su historia, el departamento y la ciudad de Villavicencio han enfrentado diversas emergencias relacionadas con esta vía, lo que ha tenido un impacto considerable en la economía local. La tragedia de Quebrada Blanca en 1974, numerosos derrumbes y accidentes son ejemplos de los desafíos que plantea esta infraestructura. La compleja geografía, las fallas geológicas y la necesidad de una adecuada gestión del agua dificultan la construcción y el mantenimiento de la carretera, afectando la continuidad productiva y los intercambios comerciales.
Tanto las conmociones sociales como las emergencias naturales obligan a la región a reflexionar sobre la importancia de la competitividad y la autosuficiencia. Si bien las vías fluviales, los aeropuertos y las carreteras son fundamentales para garantizar el abastecimiento y el desarrollo económico, es necesario explorar alternativas para convertir los recursos locales de manera sostenible y crear valor en los mercados internos y externos.
La producción de petróleo, que representa el 55% del total según la Agencia Nacional de Hidrocarburos (agosto de 2024), es un motor importante para la economía regional. Además, los parques solares de San Carlos de Guaroa y San Juan de Arama, con más de 4.000 paneles solares en 19 hectáreas, generan hasta 46.000 megavatios, abasteciendo a aproximadamente 34.000 hogares. A pesar de contar con una termoeléctrica a gas como Termo Ocoa, el departamento aún carece de hidroeléctricas y de un sistema de acueductos a gran escala que suministre agua por gravedad a los municipios del pie de monte.
En cuanto a la minería, la Agencia Nacional de Minería reportó 231 títulos mineros en 2016, cubriendo un área de 70.000 hectáreas. Los minerales de construcción predominan (92,3%), seguidos por otros como carbón, metales preciosos y minerales diversos. Sin embargo, según el mapa geológico del Meta de 2001 (INGEOMINAS), muchos yacimientos tienen reservas poco significativas.
La población total del departamento es de 1.088.658 habitantes (DANE, 2023). La actividad económica se concentra principalmente en el comercio (19,6%), la agricultura (16,8%) y la industria manufacturera (6,4%). Aunque la explotación minera genera empleo (1,5%), su contribución a la economía es limitada.
En términos de producción agraria, regiones como San Juanito y El Calvario destacan por sus cultivos de altura. Sin embargo, el departamento cuenta con un gran potencial agrícola en las zonas bajas, con un clima más cálido y una mayor extensión de tierra cultivable.
Es por lo anterior que la reflexión frente a las emergencias de origen natural y cambio climático, así como las conmociones de orden público por causas sociales, nos llevan a contemplar la región con miras a lograr una autosuficiencia productiva, además de desarrollar el sector industrial y de servicios. Mientras se alcanza una interconexión más eficiente, en tiempos normales se busca una mayor participación en el comercio nacional e internacional, aprovechando los excedentes y la producción con valor agregado.
Las principales preocupaciones giran en torno al nivel técnico y científico de la sociedad, la apropiación de conocimientos tecnológicos y digitales, la informática, la eficacia y la articulación entre lo público y lo privado en el modelo productivo a implementar. Asimismo, es fundamental comprender cómo se relaciona la economía local con la volatilidad de los contextos globales.
Ideas innovadoras como ‘Villavicencio 24 horas’ buscan garantizar que el transporte y la logística funcionen de manera ininterrumpida, así como asegurar la prestación de servicios de salud y cuidado en cualquier momento. Se plantea la posibilidad de mantener industrias y comercios activos a toda hora, y aprovechar los horarios nocturnos para la construcción de obras públicas y el mantenimiento vial. Además, se exploran las oportunidades que ofrecen las finanzas globales y la inversión extranjera para promover las ventajas del comercio exterior y fortalecer el sector turístico.
Estas ideas apuntan a hacer al departamento y sus municipios más autosuficientes, fomentando el desarrollo y el progreso social. La ciudad de Villavicencio, con sus múltiples recursos y capacidad de resiliencia ante emergencias y conmociones, se posiciona como un referente en este sentido. En un contexto ideal, la política debe representar y resolver las necesidades de la población, mientras que la producción y el mercado del departamento se preparan para autoabastecerse, ser más eficientes y competitivos.