Hace 140 años por aquí se tocaba, cantaba y bailaba Joropo
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Opinión

Hace 140 años por aquí se tocaba, cantaba y bailaba Joropo

La existencia de datos que aproximan a viejos momentos del joropo en territorios diferentes. Son soportes documentales valiosos.

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Foto: @ViveElMeta

A propósito del internacional litigio por el Joropo.

A partir de dos trabajos editoriales quiero contar la existencia de datos que aproximan a viejos momentos del joropo en territorios diferentes. Son soportes documentales valiosos, sin embargo se requiere que en nuestra región la academia, los gobiernos y el empresariado se unan para apoyar estudios investigativos relativos a las Ciencias Sociales desde sus diferentes disciplinas.

La dupla de trabajos bibliográficos es la siguiente:

“Corridos y Coplas: Llanos Orientales de Colombia”, obra del español sacerdote Ricardo Sabio quien en correría pastoral viajó de Boyacá a Casanare -posiblemente en los finales de la década de 1920 y comienzos de 1930-, tarea que aprovechó puesto que al paso por cada pueblo realizó excelente y juiciosa recopilación de vernáculas letras de cantos llaneros, también describiendo asuntos sociológicos propios de cada lugar visitado.

Recomendado: ¡El Joropo es de allá y de aquí, pero también es de aquí y de allá!

Es un valioso documento de hace aproximadamente noventa años, fuente principal no sólo para estudios culturales de sectores casanareños. Editorial Salesiana, Cali –Colombia- 1963.

“El Joropo en Villavicencio: momentos y pioneros”, autoría de quien esta nota escribe. En la búsqueda informativa que cumplí para elaborar lo que primero fue la ponencia que llevé al simposio de Historia de los Llanos colombo venezolanos cumplido en la ciudad de Barinas –Venezuela- en julio de 2008, encontré las siguientes dos añejas citas del joropo en tierras villavicenses, consignadas por visitantes en las décadas finales del siglo XIX:

1875 narrativa de una fiesta:

“Se principió por el galerón el más popular de los bailes llaneros, tocado, al son de tiple, bandolas i maracas, y cantado con versos compuestos por vates polulares de estas inmensas llanuras….

Los hombres bailan sin sombrero i mangas de camisa, i las mujeres vestidas de camisones lisos i sin adornos, i ataviadas si de buenos zarcillos, anillos y prendedores de oro” sic.

Extractado de: Correría de Bogotá al Territorio de San Martín, Imprenta de Gaitán, Bogotá 1875, p 17. (Nota: hasta años después lo que hoy es departamento del Meta se denominó Territorio de San Martín)  

1876 descripción de una serenata:

“El instrumento empleado para hacer el cantábil tiene forma de una guitarra pequeña y se llama bandolón, y la vihuela le sirve de acompañamiento.

Uno de los cantadores modulaba la estrofa, bien del guarapo, bien dell galerón, y el coro repetía la tonada acelerando el ritmo del acompañamiento”.

Tomado de Eduar André en Geografía pintoresca de Colombia, Bogotá, Litografía Arco, 1980, p 591.

Con las dos anteriores citas de hace 144 años, queda claro que para entonces en el caserío de Villavicencio eran habituales elementos asociados al folclor del Joropo: música, canto y baile.

Para fines de su conocimiento general dejo este aporte historiográfico de mi patria chica, contenido en la página # 11 de la publicación “El Joropo en Villavicencio: momentos y pioneros” editada en octubre de 2009, hace justo once años.

Posible es que con investigaciones más profundas patrocinadas por alguna institución, se pueden localizar evidencias del Joropo en años anteriores a los aquí citados.

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