Viernes, 11 de octubre de 2024
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Econopandemia por Rafael Porto.

¿Caerá Goliat?

  • Rafael Porto C.
  • Publicado en Ago 26, 2020
  • Opinión
Ni los expresidentes, ni los monarcas están por encima de la ley. Son las instituciones las que están por encima de los individuos. ¿Caerá Goliat?


El expresidente Álvaro Uribe Vélez y hoy senador de la república representa a un importante sector de la sociedad y de la política colombiana. Es considerado el hombre más poderoso e influyente del país en los últimos 20 años. No en vano reformó la Constitución siendo presidente. El artículo 197 de la Constitución Política fue modificado mediante acto legislativo 2 de 2004. El hombre de “mano firme, corazón grande” participó como candidato y fue reelegido para un segundo mandato para el período 2006-2010. Más tarde quiso aspirar nuevamente a la presidencia y la Corte Constitucional se lo impidió.

El expresidente es uno de los políticos que más ha recorrido el territorio colombiano, desde la Guajira hasta el Amazonas no hay un pueblo, por más pequeño que sea, que no conozca o haya escuchado el nombre de Álvaro Uribe Vélez. En una de las tantas visitas del expresidente a la ciudad de Santa Marta en una conferencia a la cual asistí le preguntaron: “presidente, ¿cual es el consejo a los políticos jóvenes”?, a lo que respondió: “mi consejo a los políticos jóvenes es que hagan como yo, yo estoy en campaña todo el año y me mantengo recorriendo el país, ese es mi secreto en la política”.

Álvaro Uribe es la figura política que más despierta pasiones en Colombia. Es odiado y amado al mismo tiempo. Conozco muchos uribistas, algunos dejaron de serlo por el escándalo de los “falsos positivos”, otros se volvieron uribistas en virtud del acuerdo de paz celebrado entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc por considerarlo un “exabrupto jurídico”. Al Goliat de la política nacional se le atribuye la división social y política del país que junto con el senador Gustavo Petro se disputa el amor y el odio de los ciudadanos. El enfrentamiento entre sus copartidarios, escuderos, seguidores, y simpatizantes en los medios de comunicación y en las distintas redes sociales son el pan de cada día. El panorama político está prácticamente dividido entre petristas y uribistas.

Reducir la política a petristas y uribistas es llevarla a su mínima expresión, considero que la política, entendida por Aristóteles como la “ciencia soberana”, encargada de la felicidad de la Polis, debe estar por encima de cualquier sesgo ideológico.

El pasado martes 4 de agosto mediante decisión unánime, la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia ordenó su detención preventiva domiciliaria como presunto determinador de los delitos de soborno y fraude procesal.

Un gran sector de la sociedad tiene al expresidente Uribe en un pedestal, tristemente para los uribistas, su líder,-el cual creían intocable- se cayó de ese sitial en el que la historia lo había puesto por enfrentar y debilitar a la guerrilla de las Farc mientras estuvo en el poder. Muchos colombianos (uribistas y no uribistas) creen que es una injusticia y una verdadera paradoja ver a grandes autores de crímenes de lesa humanidad, -que azotaron a sangre y fuego al país por más de 50 años- sentados en el Congreso como adalides de la moral y ver al que “nos salvó de la guerrilla” privado de la libertad.

A muchos nos incomoda la presencia de los miembros del partido de la Farc en el Congreso, no porque estén allí, sino porque hasta el momento no han reparado como Dios manda, no han dicho toda la verdad, no han revelado las rutas del narcotráfico, quienes fueron sus socios, ni hablar de los delitos sexuales y el reclutamiento de menores que hoy niegan. ¿Qué tiene que ver el gobierno Duque y su partido con que el proceso de paz no avance? Los críticos de la JEP la consideran un monumento a la impunidad, sin embargo, de acuerdo a su contenido jurídico es considerado un modelo de justicia transicional a nivel mundial.

“dura lex sed lex”.

Lo anterior podría entenderse así: entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc se firmó un acuerdo de paz–independientemente de lo que allí se pactó, estemos de acuerdo o no-, para superar el conflicto interno para lo cual se creó la JEP. Aquí nace el dilema de unos y el interrogante de otros: ¿Habernos “salvado de la guerrilla” le da licencia al expresidente Uribe para estar por encima de la ley? Incluso si Uribe hubiera sido el mejor presidente de la historia, ¿tendría que responder por los delitos de soborno y fraude procesal en caso de que los haya cometido?

En virtud del principio de inocencia no se debe señalar al expresidente como culpable, el proceso apenas comienza, aún no hay condena, la Corte consideró que podría obstruir la justicia, por ello procedió a dictarle medida de aseguramiento. Será la Corte la que de aquí a 120 días quien decida de acuerdo al material probatorio su situación jurídica, estos es, si acusa al expresidente o archiva la investigación.

Se escuchan voces en el ambiente como: “estoy que lloro, sino fuera por él no tendríamos patria”; “se va a montar la izquierda, prepárense para irnos del país”; “Uribe es toda una institución y está por encima de la ley”; “todo esto es una persecución de unos bandidos”. Muchos colombianos creen que se levantará de las cenizas como el ave fénix.

Políticamente no veo destruido al expresidente Uribe, tampoco a su partido, sea cual sea su suerte, el uribismo saldrá fortalecido y en la contienda electoral del año 2022 propondrán un candidato que una a toda la derecha colombiana (uribistas y no uribistas) que enfrente a la izquierda y la derrote en las urnas. Lo que está ocurriendo posiblemente volverá a Álvaro Uribe Vélez en un mártir.

Detrás de la medida de aseguramiento en contra del senador Álvaro Uribe hay millones de colombianos que lo respaldan. Para su beneficio tiene una segunda instancia. Es un golpe muy duro para el Centro Democrático, y para el gobierno del presidente Duque, ¿Caerá Goliat? No lo sabemos, sin embargo, no perdamos de vista el aforismo romano: “dura lex sed lex”.

Ni los expresidentes, ni los monarcas están por encima de la ley. Son las instituciones las que están por encima de los individuos. Las garantías procesales del expresidente Uribe deben respetarse así como las decisiones de los jueces cuando son tomadas en derecho. Finalmente si logra probarse la inocencia del ex presidente Álvaro Uribe: ¡que viva la ley!, si por el contrario se prueba su culpabilidad, ¡que viva la ley! En todo caso que brille la verdad.

Aquí pensando en voz alta 1: El presidente Iván Duque no es un ciudadano común, es el presidente de todos los colombianos, por tanto debe respetar la institucionalidad, la división de poderes y las decisiones judiciales.

Aquí pensando en voz alta 2: Promover una Constituyente en este momento de efervescencia como lo propone el partido de gobierno no conviene en lo absoluto.

Aquí pensando en voz alta 3: La decisión de dictarle medida de aseguramiento al expresidente Álvaro Uribe la tomó la Sala Especial de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia. La decisión de dejar en libertad a Jesús Santrich la tomó la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia porque el juez de control de garantías de Bogotá que ordenó la captura dentro de un proceso por narcotráfico no tenía la competencia para hacerlo.

Aquí pensando en voz alta 4: La izquierda no llegará al poder en el 2022 y Gustavo Petro nunca será presidente de Colombia.

Rafael Porto / Director de columna7.com

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